Mi oficina da al balcón, esto, como todo en la vida, tiene pros y contras, y como por un tema de luz me siento de espaldas a este, son más los contras que los pros.



Pros:
a. Ver para afuera
b. Mirar para afuera
c. Chequear como está afuera
d. Pucha…
Contras:
a. Uf, los contras son prácticamente todo lo demás, empezando por que me tengo que fumar al sabelotodo pasando a cada rato a fumar, que si pasara calladito todavía, peor no, él tiene que aprovechar para hablarme de los MBAs o los RTUs o cualquier otro acrónimo que los únicos que saben el significado son él y el que los inventó (en el caso que no haya sido él).

En fin, a lo que iba con lo del balcón, es que me permite saber el estado del tiempo. Información capaz de condicionar mi día.

En esta compañía no trabajamos con clientes locales, por lo que cuando suena el teléfono, existe una enorme posibilidad de que sea alguna madre, y si prestamos atención a la hora, hasta sabemos la madre de quién. Si el teléfono suena:
a. Como a las 11, es la madre del secretario, que quiere saber que quiere comer (el tipo tiene más de 30 años, hace como 2 que se fue a vivir con la novia y todavía sigue yendo todos los días a comer a lo de la madre…).
b. Como a las 2, es la mía que mientras se iba a dormir la siesta se acordó que en el ‘99 quedé de conectarle el teléfono en el dormitorio y todavía no he terminado.
c. Como a las 10, como a las 3, como a las 5, como a las 6 menos 5, es la novia del sabelotodo que a juzgar por las contestaciones de él, parece la madre.

En fin, la cuestión es que hoy justo cuando a mí se me ocurre salir al balcón a ver como llovía (si si… así de atareado está mi día), estando yo en medio de un ataque de stress porque como la pocha está a dieta, de tortas fritas ni hablamos, suena el teléfono de las 2 de la tarde.


Cuando salga para lo de mi madre, tengo que pasar a comprar Bracafé para tomar la leche con tortas fritas porque se le acabó.